lunes, 2 de agosto de 2010

Resquicio




Seguir la grieta del asfalto y perderse en el mareo, sentir la nausea de la cabeza siempre abajo, recorrer los caminos buscando las cicatrices de las banquetas, ver los zapatos, la basura y los tréboles de cuatro hojas que olvidaste en la última mudanza.

Ojala ese rompecabezas que armas en las madrugadas, no sea sino una excusa para eludir que amanezca y no un motivo para volverte loco.

Mejor la cabeza abajo, y esperar no coincidir con otros ojos que te recuerden, que cada día sigue allí, con el mismo ímpetu del llanto de un niño que no mama.

Avísame si encuentras tregua en el vómito o en la taquicardia abrazando un bidé color blanco.

No, esa no es desesperanza.

Solo es otro día que disipaste en el tránsito de una vida que insistes en seguir dilapidando.

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