"Quiero tan fuerte y tan profundo, en ti volcarme.
Que podamos parir a los locos, a los poetas, a los infames y a los malditos que inventan los rastros. Sentir en un beso el sabor rojo de acabar con el mundo y que se dilate en tus piernas, que lloremos porque todo termina, y por la sensación de asfixia que solo causa la culpa", -me dijo- mientras encendía mi cigarro; y se fue caminando.