lunes, 14 de marzo de 2011

Twenty Leaves and an Apple
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Podría contigo aullar a la luna
hasta convencer al deseo que no se marche,
te vería como aquel Calder que pendía perfecto,
y yo debajo empecé a llorar
-entonces el frío-
como la  noche de los agujeros del cielo.

Lo supe, siempre estuviste acá dentro.


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